miércoles, 7 de septiembre de 2011

La muerte hecha espectáculo (Publicado por El Mostrador)

El viernes pasado yo escribía un elogio fúnebre; era una sátira pensada como regalo para un amigo que estaba de cumpleaños. Intempestivamente, alguien me interrumpió para hablarme de un accidente aéreo y de la muerte (altamente probable) de sus pasajeros. Entre ellos dos caras conocidas: la de Camiroaga y la de Cubillos.

Y aunque yo no sea de las que ve a diario el matinal y mucho menos de las que siente que la gente de la tele es parte de su familia, la noticia me estremeció. Mal que mal, la desaparición de los rostros televisivos se da casi siempre de forma paulatina; es la vejez y la moda aquello que suele dejarlos offside y no un accidente brutal como el del viernes. Me estremeció también porque tengo hijos y alcanzo a imaginar lo que sería para mí perder a alguno de esa forma (o lo que significaría para ellos sufrir la muerte de mi marido o la mía).

Me estremeció… hasta que el hecho de dolor comenzó a transformarse en espectáculo televisivo, en una especie de reality del dolor. Un espectáculo que se ofrecía para saciar el apetito voraz de morbo que tienen los televidentes y marcado por la frivolidad. Porque la muerte ¡lamento traerlo a colación! no es una posibilidad remota, algo que quizá podamos evitar en caso de suerte. Tampoco es un punto final que se controla a voluntad, un cerrar el boliche cuando estimamos llegó la hora de hacerlo. No. La muerte es una posibilidad siempre presente y que llega la mayor parte de las veces de manera impertinente e inoportuna.

El hecho es que el espectáculo ha dejado en evidencia (y de ahí mi preocupación), quiénes son hoy los verdaderos referentes del chileno. No es el santo ni el héroe. No es el intelectual, el artista y mucho menos el político. El verdadero referente, el líder de opinión por excelencia, es ¡el rostro! No deja de ser simbólico por eso que fuera justamente un rostro el que debilitara un movimiento que parecía inquebrantable, y el que le diera al Gobierno una victoria parcial. Porque la televisión puede controlar la agenda noticiosa y e instalar verdades oficiales con una facilidad y una eficiencia que ya se quisiera el Gobierno y la Oposición.

El espectáculo también ha hecho patente la función que cumple el rostro en una sociedad con la familia debilitada y en la que los vínculos son cada día más frágiles. Porque eso de que “no sé cómo haré para estar sin él en las mañanas” no lo dice ni su esposa ni su madre, lo dice una mujer que a muchos kilómetros de distancia lo tiene en su pantalla mientras trabaja.

Se equivocan por eso quienes creen que los poderosos son los políticos o los ricos. Lo que hoy da poder, verdadero poder, es tener belleza, simpatía y carisma televisivo. Eso es lo que permite estar en miles de hogares al mismo tiempo, eso es lo que consigue una influencia semejante, si no mayor, a la que puede tener uno en su familia. La televisión ha llegado a ser un verdadero catalizador de las opiniones, de los temas de conversación y de los afectos del chileno… y bueno es tenerlo presente si uno quiere influir.

¿Que soy insensible? Para nada. Me conduelo del dolor que hoy experimentan 21 familias, pero mi primera muestra de compasión y de respeto es decir ¡Basta! 

11 comentarios:

  1. adscriblo completamente a lo señalado aca y copio un cmn¿¿omentario que hice en otro blog:
    "Esta columna me lleva a reflexionar acerca de los perniciosos efectos de la televisión en la sociedad. Ya no representa -como se pensó de antaño- la realidad, si no que devino en la realidad misma. La gente vive EN lo que ahí ve y no en su vida propia. Invito a apagar la televisión y sentir el sol pegando de frente en la cara; extasiarse con la sonrisa de un niño; o aromatizarse con la humedad primaveral en los parques. La caja estúpida es solo una fantasía."

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  2. Qué manera de citar lugares comunes señora. Es cómo la versión retardada de los que decían los frankfurtianos. Paradigma neo-marxista que, por lo demás, está en desuso hace por lo menos 30 años.
    Le recomiendo leer a Jesús Martin Barbero, o al chileno Valerio Fuenzalida, para entender mejor la base afectivo-emocional del lenguaje televisivo y de los mensajes audiovisuales. También puede buscar referencias en los estudios culturales aplicados a la comunicación de Morley.

    Creo que sería mejor que escribiera de filosofía Heideggeriana, porque al escribir de política, economía o comunicación demuestra muy poco manejo conceptual de las recientes corrientes teóricas que dan sentido al campo. En otras palabras, se desentiende de todo lo que otros han investigado y concluido.

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  3. Señor commentmakerl:
    Esos señores que usted menciona y que supone ser los primerísimos y elocuentísimos estandartes de ciertas teorías sociológicas, no son mas que estudiosos de una cierta parte de la realidad, dentro de un campo determinado del saber y que centran-probablemente y si es que son buenos- en la observación de la realidad. Es solo en esto último en que sus estudios pueden llegar a describir buenamente la verdad. El que se centra sólo en los libros no crea nuevo conocimiento. Para eso le recomiendo que lea a Kant y sus juicios analíticos (ya que usted es tan siútico y le gustan todos estos emperigotados señores). Para crear juicio sintéticos, que son los que verdaderamente aportan, no me puedo basar solo en lo que dice tal o cual señor, que debo ir a la realidad, medirla, pesarla, vivirla. La señora Marinovic puede opinar de esos temas; y opinar todo lo que quiera por que no es necesario leer libros paa entender la el mundo. Pueden ser un punto de apoyo, pero nada más. Si las cosas fueran como usted las describe, señor commen, sería más inteligente y más preparado para opinar el que lee más, pero eso no es así necesariamente. He conocido a muchos que creen ser más intleigentes por leer más, pero que si uno analiza su pensamiento, jamás añaden una palabra nueva y solo repiten. El buen observador (y no digo que la señora Marinovic lo sea) viene dotado de ciertas cualidades que ni el mayor sabiondo de los lectores podría suplantar. Por último, diga en que se equivoca la señora Marinovic, ilustrenos lo que dicen estos grandes señores ( que por lo demás, aunque no los conozca, los juzgo inferiores que a los que a mi me gustan leer; o me va a decir que para conocer al ser humano es mejor leer a Jesús Martin Barbero que a Shakespeare) y contrapéselo con lo expuesto por ella. He dicho.

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  4. Lanzo algunas ideas, a partir de su nota, sin ser especialista del tema ni haber leído todo lo que había que leer sobre esto. Recuerdo que hace unos años en un congreso que se realizó en Santiago, un profesor caracterizó a la tragedia (la tragedia griega). Lo hizo de diversas maneras pero uno de los ejes que siguió fue la posibilidad o capacidad que tiene la tragedia – como género teatral – de generar piedad o espanto en el público. Piedad y/o espanto. Hay textos sumamente apasionantes sobre el rol que le incumbía al teatro en Grecia antigua, sobre sus prohibiciones, sobre el tratamiento de la muerte, las guerras, el duelo, etc.

    Sin duda los medios de comunicación (especialmente la TV pero sin exclusividad) están jugando un rol en parte similar. Por lo menos, apelan al mismo resorte (no necesariamente con los mismos fines): piedad / espanto. No sólo los días en que mueren muchos anónimos o algunos famosos. Prácticamente no se detiene el flujo informativo aunque lo que se tenga en pantalla (o en radio, o en el diario) no sea propiamente una información (una noticia): los medios siempre comunican algo, incluso cuando aparentemente sólo “entretienen”. Antes estaba el circo (no griego sino romano) y el león era de verdad, después pasó a ser de la Metro Goldwyn Mayer.

    Desde luego, entre las muchas funciones del teatro antiguo estaba aquella que algunos han resaltado llamada de catarsis. No es una palabra que suelo usar pero más de una vez he llorado a mares ante una película pensando para mis adentros: qué bueno llorar sabiendo que todo esto no es real. Como un llanto diferido. Como si frente a tal o cual relato televisivo donde se nos ha muerto el protagonista o algo así, uno pudiera hacerse el loco y llorar por todos los otros.

    Sin embargo, hoy, en Chile, la caída del avión es real. Es real la muerte de sus pasajeros y, probablemente, la tristeza de las personas que se han manifestado.

    Y efectivamente no deja de ser un misterio. No que lloren. No que se sientan concernidos como frente a cualquier tipo de representación que se ha dispuesto para ellos, y que existe por ellos. Sin telespectadores no hay televisión. Sin lectores no hay diarios. Sin oyentes no hay radios. Y en eso también los medios son “poder”. En tanto se fundan en una relación.

    El misterio que se me presenta es doble. ¿Por quiénes lloran realmente los que lloran?

    Pero también ¿a quién favorece no ese llanto, sino todos los llantos? ¿Esa piedad y ese espanto que generan los medios? Y ya que también nos podemos reír ante un aparato de TV: ¿a quién favorece el circo cuando hay circo?

    ¿Qué tipo de tragedia es ésta cuando incluye al circo?


    Antonia

    PS. Respecto a los dueños del circo, creo que todos sabemos más o menos quiénes son. Y no son en general sus caras lindas más visibles. Lo cual no quita el inmenso valor de su artículo.

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  5. Muy acertada esta vez. Cuando se usa el sentido crítico respecto a los hechos, más allá de los prejuicios, los resultados son bienvenidos.

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  6. Sería una columna interesante y acertada si fuese escrita por una dueña de casa, pero es baja y pobre viniendo de una "licenciada en filosofía". Su analisis sobre el la espectacularización de la sociedad es bastante pobre y frases como "Lo que hoy da poder, verdadero poder, es tener belleza, simpatía y carisma televisivo." no soportan mayor analisis. Debord vomitaría si leyera esto.

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  7. un poquito apresurada la idea de que el farandulicidio de camiroaga mermó fuerza del movimiento "social" que tiene a los controladores preocupados por estos días...es cosa de ver como la vallejo se tuvo que desdecir de su alto a la manifestacion del jueves para darse cuenta no más..

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  8. http://persuacionmistica.blogspot.com/2011/09/luto-nacional-aprovechamiento-en-la.html
    ¿luto nacional? Aprovechamiento en la muerte de Cubillos
    Todas las vidas pesan lo mismo. Son los 27 gramos que abandonan el cuerpo cuando fallecemos. El alma pesaría eso según algunos expertos; y se iría a algún lugar de la eternidad, o a las estrellas, como dijo hermosa y poéticamente el señor Felipe Cubillos. Serían en total 567 gramos los que se alejaron a algún lugar indeterminado; quizá a descansar o quizá se transformaron en amor puro, en alguna material adiposamente bello que unta Dios en nuestros corazones; quizás en el éter que une el universo; En fin, puede ser cualquier cosa, y yo prefiero creer... como también creo en el humano y en su inmenso potencial. Por ello es que ese supuesto peso que se le ha atribuido a nuestro espíritu es irrelevante. Nuestro valor no se puede medir ni enumerar, pues estamos dotados de unas libertades y unas bellezas únicas, cualidades absolutas como obras imperfectas de la creación que nos impide ser cuantificados. Una vida no vale más que otra. Eso al menos es lo que han venido clamando las más distintas corrientes humanistas, pensamiento al que nosotros adscribimos plenamente.
    Es entonces igual de trágica la muerte ...sigue

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  9. Estimado Hugo Fuentes Cannobbio,

    Me parece muy acertado su comentario con respecto que no es más sabio el que más lee. Hay por ahí un cierto opinólogo y sociólogo llamado Fernando Villegas que cae en ese error y anda desacreditando a medio mundo, midiendo y juzgando la inteligencia de toda una ciudadanía según el número de libros de historia, de política, de cultura que tengan y para más remate, insultando y denostando a miles de líneas de investigación por considerarlas chantas.

    Tampoco creo que haya que irse al extremo de no leer nada, pero me parece muy bien que usted exponga una idea que no muchos se atreven a manifestar. La idea que el que "lee" no crea nada, que el que cita todo el rato, es porque no tiene opinión propia, sino que tuvo que formarse una opinión sobre la base de lo que ha leído. Eso no lo hace más sabio ni más culto, sino simplemente más "INFORMADO" en un determinado conocimiento, que en este caso, sería la opinión de "connotados autores", quienes tienen una idea o principio que está aceptado en un determinado entorno académico.

    Con respecto a la opinión de la señorita Tere Marinovic, a partir de columnas anteriores suyas que he leído, su planteamiento no me resulta extraño. Si bien el "morbo" y el exceso de cobertura de un "accidente" de este tipo es casi innegable, hablar que "los rostros" tienen más poder que algunos empresarios, intelectuales y políticos en Chile me parece exagerado. Tienen influencia, pero no es el tipo de poder que maneja un político, un empresario o intelectual, el cual maneja las riendas de un país completo, no. Es un tipo de poder que genera dinero y réditos para las personas que trabajan en ese ámbito, pero que de ahí no pasan, o ¿acaso veía a Felipe Camiroaga y a Roberto Bruce manejando negocios de otro canal de TV fuera de TVN?
    Hay tipos y tipos de poder e influencias. Creo que la señorita Marinovic juzga de manera apresurada un poder por sobre otro cuando ambos son muy diferentes.

    Me quitó las palabras de algo que pensaba desde hace tiempo y que no sabía como expresar en forma adecuada. No se preocupe, no lo andaré citando ni formaré mi juicio a partir de lo que usted, sino que lo adaptaré a mi forma de ver el mundo, que al igual que todas las demás, no es perfecta y padece de muchas incoherencias.

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  10. Bueno, la de Martín Barbero no es la única vertiente posible. De todos modos me parece que se asiste a la berretización de la noticia, estamos en punto jamás antes visto. Yo administro una cadena de hoteles en México DF que apoyan varias radios comunitarias como proyecto de comunicación responsable, pero la verdad que se nota que aunque a este tipo de medios les cuesta sobrevivir, siempre hay una alternativa probable para realizar una comunicación más responsable.

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