miércoles, 15 de junio de 2011

¿Conservadora travesti? (Publicado por El Mostrador)




Agradezco al profesor Fernando Muñoz León su respuesta a mi columna "Dejemos los eufemismos, por favor" http://www.elmostrador.cl/opinion/2011/06/09/la-vuelta-de-carnero-de-tere-marinovic/. Me honra que me considere representativa del pensamiento conservador chileno. Mis intenciones cuando empecé a escribir eran mucho más modestas.

Me alegra también que tome nota de un punto sutil que imaginé podía causar cierta confusión: las críticas sirven para aclarar el propio pensamiento y discutir. Nuevamente, agradezco la oportunidad.

Me refiero en primer lugar a una afirmación que hice en esa columna: “la universalidad de la ley obliga a que ella no toque la cuestión moral como moral”. Se trata de una distinción que no pretende negar la relación entre un asunto y otro. La estafa, la difamación, el asesinato, la pedofilia, son actos moralmente reprobables que, además, constituyen delitos. La pregunta es ¿por qué los sanciona la ley? ¿porque hacen peor al que los ejecuta (que es la perspectiva propia de la moral) o porque impiden la vida en común? Me inclino por lo segundo, y para sostenerlo hice mención aTomás de Aquino, autor que sostiene que los vicios deben ser castigados solo en la medida en que causen un grave daño social.

No dejo por eso de pensar- y lo digo explícitamente en la columna- que eso no obsta para afirmar que la ley opera también sobre la base de ciertos presupuestos morales. Decir ‘X es un delito porque impide la vida en común’ es una afirmación cuyo presupuesto es moral: la vida en común es buena (es decir, algo moralmente deseable).

Pero afirmar la relación entre la ley y la moral es algo bien diferente a pensar que la ley puede transformarse en el brazo armado de la moral. Si hay conservadores que sostengan algo así, a mi no me vuelve liberal el hecho de coincidir con Tomás de Aquino en este
punto. No ha habido, por eso, una vuelta de carnero, a menos que el profesor estuviera con esa expresión intentando dar cuenta de mi gran agilidad mental.

Muñoz me acusa también de travestismo por el hecho de citar a Foucault y a Kant, como si hacerlo fuera equivalente a citar la autoridad de un hereje en cuestiones de índole teológica. No comparto esa visión ideologizada de la filosofía. Puedo leer a Freud y considerar que sus aportes a la psicología fueron extraordinarios, aún cuando considere que exagera en su visión de la sexualidad. Puedo leer a Nietzshe y elogiar su destreza literaria y su perspicacia psicológica, aún cuando no comparta las conclusiones de su pensamiento. Soy capaz de darme cuenta de que Marx dio en el clavo de problemas y sentimientos sociales cuando proyectó su utopía, aunque yo esté lejos de ser marxista. En fin, soy absolutamente libre en ese sentido y eso forma parte esencial del ethos conservador. Aprendí esa libertad en la Universidad en que me formé: la filosofía de un conservador no tiene por qué ser monolítica ni uniforme.

Negar la importancia y los aciertos de autores relevantes para la historia del pensamiento, sólo porque no pertenecen a la tradición en que me adscribo, sería de una miopía intelectual que creo que no tener. Por el contrario, cuando veo que alguien- conservador o liberal- desestima un argumento solo por su proveniencia, cuestiono inmediatamente su honestidad intelectual y sobre todo, su inteligencia.

Respecto de la filosofía kantiana, me parece que El Mostrador no ofrece un espacio para discutir seriamente sobre la materia, pero difiero de la idea de que se trate de un liberal sin más. La complementareidad entre su doctrina política y su doctrina moral no ofrece la posibilidad- creo yo- de sacar conclusiones como las que extraen los liberales haciendo referencia a ese autor. La afirmación de que el derecho es el conjunto de normas que permiten a la libertad de cada uno acomodarse a la de todos no es, y esto difiero de algunos de mis amigos filósofos, simplemente un llamado a la libertad a ultranza. No veo en esa expresión la afirmación de una libertad ciega, incapaz de verse más que a sí misma. Es una cuestión discutible, pero me inclino por concederle más consistencia a Kant de la que le dan quienes lo citan para justificar sus posiciones con una simplificación que raya lo absurdo.

Pero dejémonos de eufemismos, el profesor Muñoz va mucho más allá en sus consideraciones y considera de mal gusto mis afirmaciones sobre las mujeres, los mapuches y otros grupos carentes de poder (mi marido me pide que le diga que no comparte la idea de que las mujeres estemos dentro de esos grupos). Muñoz no se limita a juzgar actos o ideas, entra a explicarlas en función de lo que él considera mis motivaciones más íntimas y califica mis argumentos de homofóbicos. Al respecto, una precisión: los argumentos solo pueden ser verdaderos o falsos, consistentes o débiles, pero no homofóbicos.

El profesor comprendió, en todo caso, algo que tiene que ver con una cuestión estratégica de mis columnas y en particular de la que él comenta: la referencia a ideas conocidas y aceptadas por muchos de los que precisamente no piensan como yo. Me extraña, en todo caso, que interprete conspirativamente esa estrategia y que no la comprenda como parte de mi esfuerzo por establecer un diálogo. Diálogo que él mismo hace posible con su respuesta y que demuestra que la estrategia fue, en todo caso, sumamente exitosa.

1 comentario:

  1. Espero que no se este ablandando Sra. Marinovic. Es agradable leer como los zurdos se salen de quicio con sus columnas.

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